Pruebas de evaluación: PROLEXIA, diagnóstico y detección temprana de la dislexia

Pruebas de evaluación: PROLEXIA, diagnóstico y detección temprana de la dislexia

La prueba PROLEXIA para el Diagnóstico y la Detección Temprana de la Dislexia está formada, a su vez, por dos baterías, según el objetivo (diagnóstico o detección temprana), lo que depende de la edad de la persona a evaluar. 

Es una prueba bastante reciente (de 2020), del grupo de trabajo de Fernando Cuetos (toda una eminencia en el campo de la lectura, la escritura y sus dificultades evolutivas), autor de otras pruebas imprescindibles en el diagnóstico de las dificultades de aprendizaje, como el PROLEC-R, PROLEC-SE-R o PROESC. 

Todas las pruebas de este psicólogo y su grupo tienen una fundamentación teórica excelente, es decir, se basan en los hallazgos científicos sobre el procesamiento del lenguaje escrito y en el modelo actualmente más aceptado sobre cómo se produce la lectura y la escritura, así como su aprendizaje, y no simplemente en establecer si lee/escribe mejor o peor que sus iguales (lo que puede tener múltiples causas, y no solo la dislexia).

Estas baterías son una herramienta más para valorar el riesgo o diagnóstico de dislexia, aunque no es una prueba que se deba utilizar en el vacío, sino que forma parte de una evaluación neuropsicológica más amplia que busca establecer el diagnóstico diferencial con múltiples causas que pueden afectar al correcto desarrollo de la lectura y la escritura. 

IR a PROLEXIA, detección temprana de la dislexia (4-6 años)

IR a PROLEXIA, diagnóstico de la dislexia (a partir de 7 años)

PROLEXIA

Detección temprana de la dislexia

Esta batería está enfocada a detectar precozmente el riesgo de dislexia (no la dislexia como tal), pues valora a niños que todavía no saben leer y escribir, pero que van a empezar o ya han empezado con este aprendizaje (niños entre 4 y 6 años). La lectura y la escritura se asientan sobre procesos lingüísticos fonológicos que, en caso de alterarse o desarrollarse más lentamente, afectan a este aprendizaje (y por el contrario, un desarrollo adecuado pronostica un aprendizaje más fácil y con buena evolución). Específicamente, se trata del desarrollo de la conciencia fonológica, la velocidad de acceso a la información fonológica a través de estímulos visuales y la memoria de trabajo verbal. La alteración de estos requisitos necesarios ofrece información sobre el riesgo de desarrollar dislexia, aunque no indica si finalmente la tendrá, ya que las intervenciones pueden variar el desarrollo de estos precursores, alterando el riesgo y, finalmente, la probabilidad de desarrollarlo. En este punto es imprescindible aclarar que no es necesario el diagnóstico formal de dislexia (que no es posible hasta, aproximadamente, los 7 u 8 años de edad) para un correcto tratamiento, pues la intervención precoz presenta ventajas importantes frente a esperar al diagnóstico (como puede ser disminuir este riesgo, disminuir las dificultades aun cuando posteriormente se desarrolle la dislexia, favorecer que no aumente la brecha entre el niño con dislexia y sus iguales, promover los métodos de enseñanza más útiles, evitar situaciones frustrantes que llevan a la evitación de estas tareas y, con ello, a un menor entrenamiento en lectura y escritura, etc.); y el diagnóstico solo es una etiqueta, las intervenciones, sean precoces o no, requieren del conocimiento de los procesos alterados.

 

Está destinada a evaluar niños de riesgo, es decir, aquellos que se sabe que tienen más probabilidad de desarrollar dislexia en el futuro, como son:  

  • Niños con antecedentes genéticos de dislexia, es decir, aquellos que tengan parientes (sobre todo cercanos) con dislexia.
  • Niños con problemas del lenguaje de tipo fonológico, es decir, que cometen errores al decir las palabras porque cambian letras, sílabas, omiten fragmentos de las palabras, etc. (pero no aquellos que simplemente pronuncian mal por un problema articulatorio o dislalia).
  • Niños que van mucho más despacio que el resto en el aprendizaje de la lectoescritura en educación infantil (pues es cuando habitualmente se inicia la lectoescritura en los colegios españoles, aunque no sea la mejor edad para su enseñanza).
  • Niños prematuros y/o de bajo peso al nacer.

También permite valorar, en casos con otras condiciones (por ejemplo, cuando hay discapacidad intelectual), si el niño está preparado para el aprendizaje del lenguaje escrito o qué procesos se deben trabajar antes de comenzar la enseñanza formal de la lectura y la escritura.  

 

La batería está formada por seis tareas que se pueden agrupar en tres tipos: tareas de conciencia fonológica, memoria de trabajo verbal y velocidad de acceso (se clasifican así teniendo en cuenta qué habilidad es la principal, pero no son tareas puras, es decir, las tareas de conciencia fonológica también requieren de memoria de trabajo verbal, por poner un ejemplo).

Tareas de conciencia fonológica: la conciencia fonológica es la capacidad para ser consciente de que el lenguaje oral está formado por segmentos (que pueden ser palabras, sílabas, rima, fonemas) y se pueden analizar y manipular.

1. Señalar el diferente: el niño debe indicar, de tres palabras presentadas oralmente, cual no rima.

2. Número de sílabas: se le presentan palabras oralmente y tiene que contar el número de sílabas que tienen.

Tareas de memoria de trabajo verbal: es la capacidad para almacenar temporalmente información verbal y manipularla.

3. Repetición de pseudopalabras: tiene que repetir palabras inventadas que le dice el evaluador.

4. Dígitos: se le pide al niño que diga una secuencia de números en el mismo orden en el que se le han dicho, aumentando progresivamente la cantidad de dígitos (se empieza por dos números y, según su ejecución correcta o incorrecta, cada vez se le dicen más).

Tareas de velocidad de acceso al léxico a través de estímulos visuales (tareas RAN, por sus siglas en inglés: Rapid Automatized Naming): en ambas tareas, el niño debe nombrar lo más rápido que pueda los colores u objetos que aparecen en una lámina. 

5. RAN colores

6. RAN objetos

Además de las puntuaciones individuales de cada prueba, la batería ofrece una valoración global sobre el riesgo en el momento de la evaluación de desarrollar dislexia en el futuro (con puntuaciones que van desde muy bajo a muy alto). 

Esta batería de detección precoz es un hito muy importante, pues hasta ahora no existía ninguna prueba en español baremada para detectar niños de riesgo, la evaluación era más subjetiva y por descarte de otros cuadros que pudieran explicar las dificultades. Personalmente, en estos casos hacía una evaluación de la conciencia fonológica usando pruebas no baremadas (específicamente, una versión basada en la Prueba de Segmentación Lingüística de Jiménez de 1986, con un análisis subjetivo teniendo en cuenta la evolución que se produce normalmente cuando no hay dificultades, es decir, a qué edad suelen realizar correctamente las diferentes tareas); no podía evaluar la velocidad de denominación (generalmente utilizo la subprueba de Nombres de la bateria DST-J, pero la edad de aplicación es a partir de los 6 años y medio), ya que en este caso es imprescindible la comparación con baremos; la única variable que sí se podía evaluar cuantitativamente era la memoria de trabajo verbal (por ejemplo, con el TOMAL, Test de memoria y aprendizaje). Y si el resto de variables (cognitivas, emocionales, sociales, etc.) estaban preservadas, por descarte y con información subjetiva y cualitativa se establecía que había una mayor o menor probabilidad de que fuese riesgo de dislexia (no cuantificable).

PROLEXIA

Diagnóstico de dislexia

Esta batería aporta información para el diagnóstico de dislexia y es aplicable a niños a partir de 7 años en adelante (y hasta los 70). 

Al igual que la batería de detección precoz, valora las causas cognitivas de la dislexia (es decir, las habilidades lingüísticas fonológicas que no se desarrollan adecuadamente y que causan posteriormente un aprendizaje lento y a veces errático y posteriormente, una alteración en la lectura y la escritura) y también valora las diferentes rutas por las que se puede leer y escribir. En niños y adolescentes con dislexia están claramente afectadas todas estas áreas, en mayor o menor medida dependiendo de la gravedad y de las características de la intervención si la ha habido. Igualmente, en adultos con dislexia siguen apareciendo dificultades en la lectura y la escritura (cometen más errores y, sobre todo, son más lentos en ambas tareas, principalmente en lectura de palabras infrecuentes o inventadas y en escritura de palabras de ortografía arbitraria); también perduran las dificultades fonológicas de base, por lo que incluso en adultos con carreras que les hayan permitido entrenar mucho la lectura y la escritura, se siguen encontrando puntuaciones más bajas que sujetos sin dislexia en estos procesos sobre los que se asienta el lenguaje escrito (y lo que permite su diagnóstico con esta prueba). 

 

Esta batería está formada por doce tareas. Aunque se clasifican según la principal función que involucran, esta clasificación puede ser simplista en algunos casos, para favorecer la claridad expositiva, pero errónea a nivel cognitivo (por ejemplo, las tareas de deletreo requieren mucha memoria de trabajo, pero también son tareas con una gran carga de conciencia fonémica).

Tareas de conciencia fonológica: la conciencia fonológica es la capacidad para ser consciente de que el lenguaje oral está formado por segmentos (que pueden ser palabras, sílabas, rima, fonemas) y se pueden analizar y manipular.

1. Omisión de sílaba: se le dice al evaluado una palabra y éste debe eliminar la sílaba inicial y decir qué palabra/pseudopalabra ha quedado.

2. Sustitución de fonema: la persona debe cambiar la primera letra por otra dada en una palabra.

3. Inversión de sílaba: se deben invertir las sílabas de palabras bisílabas.

Tareas de memoria de trabajo verbal: es la capacidad para almacenar temporalmente y manipular información verbal.

4. Deletreo de palabra

5. Deletreo de pseudopalabras

En estas tareas, como su nombre indica, debe deletrear palabras reales o inventadas, respectivamente. 

6. Dígitos: se le pide al niño, adolescente o adulto que repita una secuencia de números en el mismo orden en el que se le han dicho, aumentando progresivamente la cantidad de dígitos.

Tareas de velocidad de acceso al léxico a través de estímulos visuales (tareas RAN, por sus siglas en inglés: Rapid Automatized Naming), en las que la persona evaluada debe nombrar lo más rápido que pueda los colores u objetos que aparecen en una lámina.

7. RAN colores

8. RAN objetos

Tareas de lectura y escritura:

9. Lectura de palabras

10. Lectura de pseudopalabras

Se presentan unas palabras reales e inventadas, respectivamente, que debe leer lo mejor posible (en cuanto a precisión y fluidez). Estas tareas permiten valorar el estado de la ruta léxica y fonológica (para más información sobre estas rutas, pincha AQUÍ: https://nepsin.es/como-leemos-palabras/).

11. Dictado de palabras:

12. Dictado de pseudopalabras

Los evaluados deben escribir palabras reales e inventadas al dictado, respectivamente (teniendo en cuenta tanto la precisión como la rapidez). Al igual que en lectura, el perfil obtenido en estas dos pruebas dan información sobre las dos rutas en escritura (para más información sobre estas rutas, pincha AQUÍ).

La alteración en estas cuatro últimas pruebas aporta mucha información, pero debe ser tomada en relación a los datos del resto de la batería y de la evaluación completa: puntuaciones bajas en las pruebas de lectura y escritura se pueden producir por múltiples causas, por lo que si no están asociados a puntuaciones bajas en los procesos fonológicos (conciencia fonológica, memoria de trabajo verbal y velocidad de acceso al léxico) no son consecuencia de dislexia, sino de otras alteraciones cognitivas, sensoriales, emocionales/motivacionales, de enseñanza, etc. 

 

Esta batería también es un hito importante para la evaluación de jóvenes y adultos. Actualmente es habitual que la dislexia se detecte durante la niñez o, como tarde, en la educación secundaria obligatoria (aunque a veces se escapan algunos casos; por ejemplo, hace poco valoré a un chico de 17 años con altas capacidades y trastorno específico del aprendizaje con dificultades en lectura y escritura -posiblemente también en cálculo- y su capacidad intelectual había permitido compensar sus dificultades, si bien las elevadas demandas en bachillerato y la necesidad de un buen promedio en las notas para acceder a una carrera con una nota de corte elevada hicieron que buscara la causa de sus dificultades). Pero en generaciones anteriores hay muchas personas que no tienen diagnóstico y ya sea por las dificultades que presentan como adultos o porque lo detectan en sus hijos, necesitan una evaluación que les confirme si padecen dislexia. Hasta ahora, en adultos el diagnóstico se tenía que hacer por la historia clínica y la información que tuvieran o recordaran de su infancia; a ello se le podía añadir información de pruebas de lectura y escritura sin el uso de baremos adecuados (es decir, usando las pruebas que hay para otras edades y viendo si la ejecución es compatible pero sin tener datos con los que comparar de qué resultados se esperan para personas de similares características sin dislexia). En casos severos el diagnóstico estaba claro, aun sin la posibilidad de comparar su ejecución con lo esperado para su edad; pero en otros menos graves no siempre era fácil saber si la ejecución era baja aunque dentro de la normalidad, un perfil subclínico (cuando hay dificultades pero no sobrepasan el límite de afectación establecido para que se considere un trastorno) o una dislexia de gravedad leve.  

Para educación primaria y secundaria también es una prueba útil, si bien existen otras pruebas baremadas que permiten el diagnóstico diferencial de la dislexia.

Además de ampliar tanto por arriba como por abajo el rango de edad para la evaluación de la dislexia, estas pruebas pruebas tienen más ventajas:

El hecho de que evalúe las causas cognitivas conocidas de la dislexia y no solo la ejecución en lectura y escritura aporta una información muy útil para el diagnóstico diferencial en una única prueba (simplificando el proceso de evaluación) y guía la intervención (esta orientación hacia la intervención también se aprecia en el manual que tiene un capítulo final con algunas orientaciones para el tratamiento). 

La aplicación de ambas baterías es muy rápida, así como su corrección y la obtención de los resultados (corrección online). Los resultados obtenidos se muestran en un perfil gráfico muy fácil de analizar y una puntuación global que permite establecer con datos concretos de sensibilidad y especificidad la probabilidad real de que pueda tener en el futuro o tenga en el presente, dependiendo de la batería usada, un trastorno del aprendizaje de la lectura y la escritura. 

También adolece de ciertos inconvenientes:

Uno de los puntos débiles para mí más importante (y además, evitable) es la falta de baremos en el manual: la prueba tiene baremos que se utilizan en la corrección online pero el profesional no puede acceder a ellos, perdiendo información en algunos análisis más pormenorizados (lo que imagino que tiene que ver con evitar la piratería de pruebas psicológicas, además de poder cobrar por cada uso de la prueba y no solo por la compra inicial de esta). Por ejemplo, no se puede ver a qué edad se corresponde la puntuación obtenida por un niño y así saber la brecha con respecto a sus iguales para establecer el tiempo de retraso que presenta y también para valorar, con evaluaciones sucesivas, si se ha acortado la brecha, se mantiene o ha aumentado; también se pierde cierta información de a qué distancia está para pasar de una categoría a otra (parte de esta información se puede obtener del gráfico, pero no es información concreta), etc.

Por otro lado, en las tareas de conciencia fonológica solo se tiene en cuenta si la respuesta es o no correcta, pero no el tiempo. Al igual que en las tareas de lectura y escritura de palabras y pseudopalabras la rapidez aporta información sobre la automatización de los procesos (no solamente si ha adquirido un aprendizaje y no comete errores, sino si ha conseguido automatizarlo para gastar muy pocos recursos y dejarlos para otros procesos superiores como la comprensión lectora o la planificación de un texto escrito), en las tareas de conciencia fonológica niños con dificultades pueden realizarlo correctamente pero tardando mucho por falta de automatización o porque consiguen realizar la tarea utilizando estrategias compensatorias menos eficientes (indicándonos que los procesos que debería estar utilizando pueden estar alterados o ser disfuncionales).

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