ENVEJECIMIENTO SANO
Sin patología y alto nivel de funcionamiento
En la actualidad se empieza a dar importancia a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores como consecuencia del aumento de la esperanza de vida; tanto es así, que la OMS ha declarado el decenio en el que estamos como la “Década del Envejecimiento Saludable” con el objetivo de promover estrategias que incidan en un aumento de las tasas de envejecimiento activo o saludable por parte de gobiernos, grupos de estudio, medios de comunicación, etc. No se trata solo de llegar a la vejez sin patología, lo que se denominaría un envejecimiento normal, sino que es importante llegar sin patología, con baja probabilidad de padecerla y un alto nivel de funcionamiento y compromiso con la vida, lo que se conoce como envejecimiento activo, saludable o de éxito. El envejecimiento activo depende de muchos factores: algunos de ellos no son modificables (como la edad o los genes), pero otros muchos sí, y comienzan a conocerse, por lo que las personas tenemos herramientas en nuestra mano para mejorar nuestro envejecimiento (y desde los ámbitos sociosanitarios debemos promoverlos). Estos factores modificables hacen referencia a componentes físicos, sociales y cognitivos:
- entre los factores físicos destacan aquellos relacionados con la salud cardiovascular, como el índice de masa corporal, el colesterol, los triglicéridos, la presión sanguínea, la diabetes, etc. Muy relacionado con todo ello, se encuentra la realización de ejercicio físico, la dieta y el consumo de drogas (incluyendo tabaco y alcohol).
- el mantenimiento de las relaciones interpersonales también se asocia a un mejor envejecimiento, así como tener una buena red social, tanto a nivel socioemocional como instrumental.
- con respecto a los factores cognitivos, es muy relevante el nivel educativo, la demanda cognitiva del trabajo a lo largo de la vida y el mantenimiento de un adecuado nivel de actividad cognitiva para ralentizar el deterioro asociado al envejecimiento normal que se produce en algunas funciones cognitivas y evitar o posponer un posible deterioro patológico. También se sabe que afectan negativamente los niveles de estrés sostenido.
Con respecto a este último punto, hay que tener en cuenta que el envejecimiento normal conlleva una serie de cambios cerebrales que se relacionan con una disminución en las funciones mnésicas (principalmente la episódica -es decir, la relacionada con los sucesos autobiográficos- y, dentro de esta, la codificación y la evocación de los recuerdos -aunque se guarden, les cuesta recordarlos sin ayudas externas-), algunas funciones ejecutivas (como por ejemplo, la planificación, la inhibición, la autorregulación, la memoria de trabajo, la atención dividida, la memoria prospectiva, etc.), habilidades visoespaciales y la velocidad de procesamiento. Por el contrario, están preservados o incluso mejoran la memoria semántica (es decir, los conocimientos) y el lenguaje (excepto que puede aumentar la anomia, el tener una palabra en la punta de la lengua).
En España comúnmente se considera tercera edad o ancianos a partir de los 65 años, si bien otros organismos o países (por ejemplo las naciones unidas) ponen este inicio a los 60. Independientemente del número exacto, esta edad puede parecer joven en los países desarrollados e incluso en aquellos en vías de desarrollo, donde ha aumentado mucho la esperanza de vida. En todo caso, el envejecimiento es un proceso de cambio y se sabe que la promoción de la salud y el éxito para esta etapa proviene de hábitos desde la adultez (incluso desde la niñez y adolescencia, ya que muchos hábitos de la vida adulta se aprenden e instauran a temprana edad y de hecho, el origen del riesgo de enfermedades en muchos casos comienzan en la infancia, aunque luego se puede modificar).
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Evaluación neuropsicológica
funcionamiento cognitivo basal
La evaluación en el envejecimiento activo permite establecer el funcionamiento cognitivo específico de la persona para poder detectar posibles deterioros en el futuro de manera precoz con reevaluaciones anuales (o en cuanto la persona o los familiares observen cambios sustanciales en la cognición, la conducta o la emoción) y proponer una estimulación cognitiva apropiada; estos deterioros pueden ser reversibles, estables o degenerativos, y su temprana detección es útil para actuar a tiempo (incluso en los casos degenerativos, la intervención es más útil en los primeros estadios).
Estimulación cognitiva
Prevención del deterioro normal y patológico
La actividad cognitiva es muy importante a lo largo de toda la vida para el envejecimiento activo y también durante la vejez. Leer libros, seguir aprendiendo, tener y mantener aficiones, jugar a juegos de mesa, etc. es primordial, junto con los hábitos de vida saludable. También se pueden hacer ejercicios específicos (acudiendo a sesión o desde casa con tareas mandadas o desde una aplicación a través del ordenador o la tablet, con ejercicios individualizados) para mantener la mente activa, individualizando el tratamiento según la información obtenida en la evaluación.
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