SÍNDROME DE DOWN

SÍNDROME DE DOWN

Envejecimiento en el Síndrome de Down

El envejecimiento de las personas con síndrome de Down (SD) tiene unas particularidades específicas. En el caso del área neuropsicológica, existe una relación muy estrecha entre el SD y la enfermedad de Alzheimer a consecuencia de los genes relacionados con esta demencia que se encuentran en el cromosoma 21 (del que hay tres copias en el SD, frente a las dos de las personas sin este trastorno genético, por lo que se sobreexpresan), lo que se une a un aumento importante de la esperanza de vida de las personas con SD en las últimas décadas.

Todas las personas con SD, a partir de los 35 años, presentan los signos neuropatológicos propios de la enfermedad de Alzheimer, si bien no todas desarrollan el deterioro correspondiente con la demencia (lo que depende de muchos factores, como la edad, la reserva cognitiva, la presencia de epilepsia, etc.). Además, en línea con el envejecimiento prematuro que sufren las personas que tienen SD, la edad media a la que se inicia la demencia también ocurre unos 20 años antes que en la población general. La prevalencia de demencia es de en torno a 4 veces más probable que en la población general, con una prevalencia del 10% en la década de los 40, doblándose cada 5 años (aunque hay mucha variabilidad y es posible que haya variaciones en las próximas generaciones, sobre todo por los cambios en el desarrollo personal). 

El diagnóstico de la demencia en general no es fácil en estadios iniciales, y esto se complica en el caso de las personas con SD. En primer lugar, porque no sirven los instrumentos generales utilizados para la valoración de la demencia (aunque en la actualidad se cuenta con un instrumento muy valioso adaptado, el CAMDEX-DS), además de una gran variabilidad en la capacidad intelectual y otras áreas cognitivas, pero también por otras muchas causas que cursan con síntomas similares a la demencia y que, si bien se pueden encontrar en la población general, en el envejecimiento de las personas con SD son más comunes y se pueden presentar de manera diferente (por ejemplo, la depresión, pérdidas sensoriales, presencia de molestias o dolor y enfermedades como el hipotiroidismo o la apnea del sueño). Además, la demencia en estas personas a veces tiene características peculiares (por ejemplo, es común que comiencen con síntomas disejecutivos, sobre todo en las demencias que comienzan de manera más temprana, como apatía, problemas para planificar, mantener la atención, etc., y es más adelante cuando surgen los problemas de memoria), aunque también puede cursar como la enfermedad de Alzheimer típica (sobre todo en las que comienzan a partir de los 50).

Por todo ello, lo recomendable según la literatura científica, es realizar una evaluación completa que sirva de línea base sólida cuando la persona, con bastante seguridad, se encuentra en una situación sin demencia (en torno a los 35 años), valorando no solo la parte cognitiva, sino también la emocional y el estado adaptativo; posteriormente, se debe realizar un seguimiento evolutivo anual para establecer de la manera más segura y precoz el inicio de deterioro cognitivo, que no siempre será consecuencia de la enfermedad de Alzheimer, pero establecerá una base para buscar las posibles causas, tratarlas en los casos que se pueda y realizar intervención neuropsicológica para detener o ralentizar el deterioro.

Igualmente, como el resto de la población, pero con especial hincapié por el mayor riesgo de sufrir demencia, las personas con SD deben mantener una vida lo más activa posible a nivel físico, cognitivo y social, junto con una buena alimentación y otros hábitos adecuados. Además de mantenerse activos en la adultez y no abandonar hobbies, relaciones, etc., puede ser conveniente realizar programas de estimulación cognitiva, promoviendo un envejecimiento exitoso.

¿Quieres que te llamemos?

Rellena el formulario y nos pondremos en contacto contigo

¡Solicita información!

    Evaluación neuropsicológica

    Línea base, detección precoz y diagnóstico

    La evaluación neuropsicológica permite establecer una línea base con el perfil específico de la persona y las reevaluaciones de seguimiento detectan precozmente posibles deterioros cognitivos.

    Intervención neuropsicológica

    Rehabilitación y estimulación cognitiva

    En los casos sin demencia, se puede proponer una estimulación cognitiva individualizada. Cuando hay deterioro cognitivo, se debe establecer una intervención neuropsicológica que trabaje las áreas deterioradas y estimule las preservadas para detener o ralentizar el progreso de la demencia.

    ENTRADAS DE BLOG RELACIONADAS

    La información de esta web ha sido escrita por la autora de la web, ya sea como opinión personal o como síntesis de artículos publicados en revistas científicas. Para la reproducción total o parcial de los contenidos de la web se debe pedir permiso en info@nepsin.es