Bases de la comprensión lectora

Bases de la comprensión lectora

La comprensión lectora es una habilidad realmente importante y más en el momento actual: tenemos una cantidad ingente de información al alcance de la mano (nos llega incluso aunque no queramos). Por ello, es muy importante que nuestros hijos y alumnos desarrollen una buena comprensión.

 

 

La comprensión lectora se asienta en dos grandes pilares, que son necesarios conjuntamente:

 

La decodificación es la primera habilidad y supone un conjunto de procesos básicos que permiten leer de manera precisa (sin errores) y fluida (a una velocidad adecuada que permita dar una entonación correcta, que la información no se pierda por el paso del tiempo hasta que se comprenda toda la oración, etc. y, muy importante, que la automatización sea suficiente para dejar recursos para los procesos superiores de comprensión). En esta decodificación entran en juego muchos procesos, con especial mención a los fonológicos (conciencia fonológica, normas de conversión grafema-fonema, memoria de trabajo verbal y velocidad de denominación), sobre los que se asienta la lectura. La alteración de la decodificación puede ocurrir por muchos motivos, ya sean propios del niños como ambientales (por ejemplo, una adecuada enseñanza y oportunidades, acceso a los libros, etc.); dentro de los intrínsecos a los niños también pueden surgir por múltiples motivos (problemas visuales, baja capacidad intelectual, dificultades en la discriminación de los sonidos, etc.), pero solo se consideran primarios o concretos del lenguaje escrito (trastorno específico de aprendizaje de la lectura o dislexia) aquellos casos en los que hay una alteración de los procesos fonológicos (es decir, si no puede leer por falta de agudeza visual, es secundario a la pérdida de visión, pero no es específico de la lectura y se verán afectados todos aquellos aprendizajes en los que medie la visión). Hay que resaltar, en contra de lo que se pensaba hace muchos años, que los problemas visoperceptivos, motores, de lateralidad cruzada, etc., NO son la causa de la dislexia (y lo destaco porque se sigue haciendo evaluación e intervención centrada en aspectos no relacionados y que la ciencia así lo ha demostrado, los resultados no serán adecuados). 

 

El otro pilar es la comprensión del lenguaje; aunque se nombra como si fuese una única competencia, abarca un gran número de habilidades lingüísticas y semánticas interrelacionadas, como el conocimiento del significado de las palabras, la comprensión de distintas estructuras gramaticales, el mantenimiento en la memoria de trabajo de la información para ir uniendo diferentes ideas y relacionarlas con conocimientos ya adquiridos, la capacidad para extraer ideas (y organizarlas en principales, secundarias…) y establecer sus relaciones (de causalidad, temporales, etc.), la comprensión de las inferencias y de la teoría de la mente y un largo etc. Todas estas habilidades son las mismas que ocurren en la comprensión del lenguaje oral, es decir, no tenemos un sistema o red neural dedicado a la comprensión cuando procede de la lectura y otro cuando escuchamos o cuando vemos o vivimos un determinado acontecimiento. A pesar de ello, en la lectura generalmente aumenta la dificultad en la comprensión por varios motivos: por un lado, hay menos recursos disponibles cuando la mecánica lectora no está automatizada, las estructuras gramaticales suelen ser más complejas, los referentes son menos obvios (en el lenguaje oral, en muchas ocasiones y sobre todo cuando hablamos con niños más pequeños, el referente puede ser algo que estamos viendo o que acaba de ocurrir mientras que en el lenguaje escrito no está presente aunque se haya nombrado antes), hay poca información contextual o no verbal, más allá de algún dibujo, mientras que en oral la proporciona tanto el que habla (información con la cara o los gestos) como del oyente (si pone cara de no estar entendiendo, el interlocutor lo explicará de otra manera o dará nuevos detalles), etc.

 

A estos dos conjuntos de habilidades para la comprensión lectora, hay que añadir un apéndice que es propio de cualquier actividad relativamente compleja que hagamos y hay que tenerlo muy presente tanto en la enseñanza general como en la intervención cuando hay dificultades y son las funciones transversales, generalmente ejecutivas, como la atención, la motivación, la utilización de estrategias, la intención con que leemos un texto, la supervisión de nuestra propia ejecución, etc. Cuando no hay una dificultad en ellas, se trata de habilidades voluntarias que ponemos en marcha a propósito (aunque también depende de nuestra experiencia y el ambiente) y que, aun estando conservados los pilares fundamentales, pueden hacer que la comprensión fracase (por ejemplo, si no estamos atendiendo, si estamos leyendo un texto rápidamente buscando un dato o palabra, si no releemos o buscamos el significado con otras ayudas cuando no hemos comprendido algo, etc.). 

 

Por último, aunque excede los límites de este artículo de blog, hay que desarrollar el pensamiento crítico que nos permita acceder a información verídica, poder formar nuestra propia opinión, evitar ser engañados, etc.

 

Y antes de acabar, un comentario final: a lo largo del último año de Educación Infantil y los dos primeros de Primaria se hace mucho hincapié en el primer fundamento de la lectura, la decodificación. En cambio, aunque no se puede generalizar a todos los colegios y profesores, tengo la impresión de que más allá del entrenamiento “puro” de leer y hacer preguntas de comprensión lectora, hay una enseñanza poco explícita del segundo punto y se espera que simplemente fluya; es cierto que son habilidades que se desarrollan hasta cierto punto de manera natural, a diferencia de la decodificación, pues estamos preparados evolutivamente para el lenguaje oral, pero también se pueden entrenar y promover. Un ejemplo muy básico pero que ilumina lo que quiero poner de manifiesto es que generalmente aparecen preguntas antes de las lecturas que, o bien se pasan por alto o bien se hacen porque están ahí y toca; estas preguntas tienen el objetivo de activar los conocimientos que se tienen de un determinado tema porque se sabe que esta estrategia mejora la comprensión y el aprendizaje, pero esto hay que enseñárselo explícitamente (cuáles son las mejores preguntas, en qué textos concretos, ya que no es lo mismo una novela que un texto científico, etc.) y entrenarlo, pues de lo contrario en el futuro no lo harán cuando no aparezcan las preguntas.

 

Por tanto, se quiere que los niños comprendan mejor, se conoce su importancia, se conocen muchas formas de mejorar, hay estudios que ponen en entredicho los niveles de comprensión en promedio en nuestro país (los archiconocidos estudios PISA y PIRLS), se ponen muchos textos y se hacen muchas preguntas de comprensión lectora, pero no se trabajan estrategias específicas; por ejemplo, es muy llamativo que generalmente llega un curso en el que se pide a los chavales saber subrayar, resumir, hacer esquemas o mapas conceptuales, pero normalmente no se les ha enseñado de manera explícita cómo hacerlo ni ha habido un entrenamiento (en contraposición, cuando queremos que aprendan sintaxis o ecuaciones entendemos y nos parece lo más normal que se les explique poco a poco, que se analicen muchas frases o se hagan muchas ecuaciones, que cada curso se repase lo anterior y se añade algo nuevo, etc.). A esta falta de enseñanza explícita contribuyen diferentes causas, pero creo que destaca que son muchos aspectos a trabajar y las mejoras no son rápidas ni evidentes a corto y medio plazo, la evidencia científica no es tan aplastante como, por ejemplo, en la decodificación por su propia naturaleza multidominio, y algunas otras cuestiones relacionadas con las políticas educativas. En todo caso, está claro que si queremos formar a lectores competentes, se deben implementar programas específicos a largo plazo aunque con objetivos concretos a corto y medio plazo y basados en evidencia científica.

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