Métodos de enseñanza de la lectura

La enseñanza de la lectura puede realizarse con diversos métodos. Debido a la importancia que tiene este aprendizaje a lo largo de toda la escolaridad  y en el futuro, la elección del método debe ser una decisión basada en los resultados de estudios científicos. Además, al analizar la literatura científica, hay que conocer las particularidades de cada idioma, porque hay métodos mejores para unos idiomas que para otros y, por tanto, no siempre se pueden extrapolar los resultados de otros idiomas. En particular, el español es un idioma muy transparente, es decir, hay una clara correspondencia entre cada grafema y su pronunciación; por ello, un lector que conozca a la perfección las normas de conversión grafema-fonema puede leer cualquier palabra aunque jamás la haya visto con anterioridad (en español, las únicas palabras irregulares son los extranjerismos), lo que no es posible en idiomas más opacos como el inglés. Debido a esta transparencia, que supone una “ventaja” del español, muchos expertos y científicos recomiendan la metodología sintética (si bien hay opiniones para todos los gustos).

Cuando buscamos métodos de aprendizaje/enseñanza de la lectura (lo siguiente también es aplicable a la escritura, con ciertos matices), encontramos muchos métodos, pero todos ellos se pueden categorizar dentro de los siguientes tipos (no es un análisis completamente exhaustivo, se exponen los principales), con sus ventajas e inconvenientes.

  • Sintéticos: se inician con la enseñanza de las unidades mínimas del lenguaje sin significado (letras, grafemas o sílabas) y posteriormente va escalando peldaños para llegar al texto, pasando por sílabas, palabras y oraciones. Dentro de esta metodología, hay variedades:
    • Alfabético: el aprendizaje inicial es el nombre de las letras. Un inconveniente que de este método es que el niño aprende el nombre de las letras, pero esto no es suficiente (ni imprescindible tampoco) para leer, ya que no se corresponde completamente con su sonido (por tanto, el niño deberá aprender también el sonido, enseñanza que puede ser más o menos explícita por parte del profesor), lo que duplica los aprendizajes y lleva a errores y dificultades para comprender la lógica de la lectura (el denominado principio alfabético); es decir, primero se le enseña que el grafema “f” se llama “efe” pero en la palabra “foca” esa letra suena “ffff” y no “efe”. Teniendo en cuenta que hay otras variedades de metodologías sintéticas que solventan este inconveniente, este método no es el más adecuado.
    • Fónico o fonético: en lugar del nombre, se enseña el sonido de las letras. Por lo tanto, a la hora de unir con otros fonemas, es más fácil: fffff + o= fo. Más adelante habrá tiempo para aprender el nombre de las letras, el abecedario, etc.
    • Silábico: en este caso, se enseñan las sílabas como unidad básica. El problema es que hay casi mil sílabas diferentes que debe aprender el niño (frente a las 30 reglas de conversión grafema-fonema que requiere el fónico). Frente a este inconveniente, hay una gran ventaja: a la edad a la que se enseña actualmente la lectura, los requisitos para un aprendizaje silábico están más desarrollados que para un método fónico. A pesar de ello, esto tiene solución: entrenar los requisitos para poder aplicar el método fónico.

Un inconveniente que destacan los críticos de estos métodos es que es poco motivador para los niños, ya que durante todo el tiempo que están trabajando sobre las partes mínimas y sin significado, no ven el sentido de lo que están aprendiendo y con ello se afectaría el posterior gusto hacia la lectura. A pesar de ello, se puede solventar, en parte, esta falta de sentido para el niño o afectación de la motivación al presentarlo como un juego: por ejemplo, en Letrilandia cada letra es un personaje con una historia que se junta con otros personajes para formar palabras; en el método Palau se puede crear una historia en la que los niños deben aprender a descifrar mensajes secretos, etc. Por otro lado, la lógica de que hasta el final los niños no ven la utilidad de la lectura no es del todo cierto: con cada letra/sílaba que se aprende, los niños pueden leer y hacer actividades y juegos con palabras y oraciones que solo tengan la letra aprendida en ese momento más las anteriores. Pero todo ello, la motivación que se consiga despertar en el niño depende más del profesional, no es intrínseco al método utilizado; el profesor es el responsable de motivar, de implicar a los niños y crear un juego alrededor de este aprendizaje, de buscar juegos para que los niños entiendan para qué sirve la lectura, de que necesiten la lectura para otras tareas y quieran aprender, etc. Por otro lado, los que tenemos o trabajamos con niños pequeños sabemos que este tipo de aprendizaje les suele motivar mucho, si se realiza en el momento adecuado y se les deja investigar, jugar y descubrir.

Otro inconveniente en el caso del fonémico (y del alfabético, al que se le añaden otros problemas antes descritos) que no siempre se tiene en cuenta y es realmente importante (en mi opinión, más que el anterior, por las consecuencias que tiene), es que los niños a la edad a la que se les enseña la lectura generalmente (4-5 años), no tienen desarrollada la conciencia fonémica, es decir, no son conscientes de los distintos fonemas que forman una palabra; por tanto, trabajar sobre una unidad subléxica que el niño no es capaz de discriminar, manipular, etc., en definitiva, ser consciente de ella, puede promover dificultades, desmotivación, rechazo a la lectura, etc. Para este problema también hay soluciones: una sería enseñar la lectura a una edad superior, pero la sociedad actual no está abierta a esta posibilidad (a pesar de que científicamente hay datos que nos indican que a esa edad muchos niños no están preparados para este aprendizaje, lo que posteriormente deriva en problemas); la otra, que no es incompatible con lo anterior, es hacer un entrenamiento sistemático de la conciencia silábica y fonémica antes y durante la enseñanza de la lectura (estando muy atentos de qué niños no la están adquiriendo adecuadamente para tomar otras medidas).

Un último problema que afecta independientemente del método, pero en mayor medida en los sintéticos, es la relación arbitraria que hay entre el grafema y el fonema (no hay nada en la “m” que nos indique que se pronuncia “mmm”). Como en el resto de inconvenientes, hay soluciones: establecer algún tipo de asociación no arbitraria que ayude a los niños a memorizar las reglas de conversión grafema-fonema. Por ejemplo, en Letrilandia cada letra es un personaje con una profesión que empieza por dicha letra, el Método Informatizado de Lectura (MIL) y Leer en un Clic convierten una imagen de una palabra que comienza por una determinada letra en dicha letra por medio de pequeñas transformaciones (por ejemplo, una montaña se va transformando en la letra “m” o en una serpiente se simplifica hasta formar una “s”).

A pesar de estos inconvenientes, hay otros datos a favor de los métodos sintéticos que suponen ventajas muy importantes: el español es una lengua muy transparente (es decir, cada letra escrita se corresponde con un sonido, a excepción de algunas letras que se pueden pronunciar de dos maneras diferentes según la vocal que le acompañe, como la c o la g, pero igualmente es sistemático), por lo que una vez aprendidas todas las normas de conversión grafema-fonema podemos leer todas las palabras (exceptuando los extranjerismos). Estos métodos son los que mejor resultado tienen en el tratamiento de los retrasos y trastornos de la lectoescritura (retraso, dislexia y disgrafía disléxica), por lo que enseñar a partir de este método facilita el aprendizaje en todos los niños, los que tienen mucha facilidad y los que pueden tener dificultades (evitando que se retrasen mucho más). Como se ha dicho anteriormente, en los métodos alfabético y fonéticos son relativamente pocos los aprendizajes que tienen que hacer (las treinta normas de conversión grafema-fonema); en cambio, al utilizar los métodos globales, el número de aprendizajes es más elevado para finalmente terminar aprendiendo estas normas, como ahora se verá.

  • Analíticos o globales: al contrario que el anterior, comienzan con unidades con significado (textos, oraciones o palabras) que se analizan hasta llegar a sus partes mínimas, como sílabas y grafemas. Generalmente se asocian las palabras (como un todo) con su imagen correspondiente, lo que supone una cantidad muy elevada de aprendizajes. Estos métodos han sido importados de la lengua inglesa (donde tiene más sentido, por las características de la lengua inglesa, que es muy opaca, es decir, las letras, dependiendo de la posición, las letras que le acompañan o de si la palabra es irregular, unas veces se pronuncian de una manera y en otras ocasiones de otra) al español sin tener en cuenta las particularidades de nuestro idioma. La principal ventaja a la que aluden los defensores de los métodos globales es que son más motivadores porque desde el inicio el niño “puede” leer y comprender. Como se ha analizado anteriormente, con los métodos sintéticos también puede ser así.
  • Habría un tercer método, denominado mixto que, como su nombre indica, es una mezcla de los dos anteriores, intentando superar las desventajas de ambos.
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