JUEGOS: NO SIN MI GATO

JUEGOS: NO SIN MI GATO

El objetivo de este juego es conseguir el mayor número de puntos, sumando los obtenidos en cada carta de gatos callejeros (puede ser hasta que no queden cartas de gatos callejeros o el primero que llegue a una puntuación establecida al inicio de la partida). Estas cartas se ganan cuando se consigue hacer un camino de canalones desde un gato hasta un hogar (donde una niña o un anciano los acogerán).

El juego comienza colocando 16 cartas de canalones formando un cuadrado de 4×4 al azar (excepto las cartas de dos esquinas) y poniendo en determinadas posiciones por fuera del cuadrado a dos gatos y los dos hogares. Una vez montado, cada jugador en su turno puede hacer dos acciones (dos diferentes o repetir la misma): rotar una carta 90º en cualquier sentido o quitar una carta de la parte exterior del cuadrado, desplazar la fila o columna y colocar una nueva carta. Si con alguna de estas acciones se consigue hacer un camino para que el gato llegue a uno de los hogares, el jugador se queda la carta del gato (y siguiendo unas normas de colocación, se coloca un nuevo gato en otra posición y se mueve de lugar el hogar). 

También tiene un modo solitario (mismas reglas, pero jugando uno solo e intentando conseguir los gatos en el menor número de jugadas) y otro modo cooperativo (igualmente, con las mismas normas pero entre todos hay que salvar a los gatos en el menor número de turnos). 

Es un juego de instrucciones sencillas (sobre todo con las cartas delante, quizá en el vacío pueda parecer complejo). Pone en marcha diferentes funciones cognitivas:

  • Funciones visoespaciales: este juego pone en marcha principalmente habilidades visuales relacionadas con el espacio, la rotación y la imaginación visual, ya que antes de realizar las acciones se requiere imaginar cómo quedará el camino para saber si el movimiento es adecuado (con niños pequeños o personas mayores con dificultades, pueden realizar el movimiento y valorar si les interesa mantenerlo o lo quieren cancelar). 
  • Atención sostenida: en este juego la atención es importante, pero no requiere tiempos muy largos, ya que solo es imprescindible mantener la atención durante el tiempo que dura nuestro turno (aunque conveniente en el turno de los demás, porque nos permite planificar con antelación, pero no es necesario). 
  • Planificación y monitorización: cada turno requiere planificar las cartas que vamos a girar/mover antes de hacerlo y comprobar que, haciendo las dos acciones, conseguiremos llevarnos un gato (hay veces que con una sola acción se consigue) o, si no podemos conseguirlo, hay que intentar no dejárselo muy fácil al siguiente jugador (o en el modo cooperativo, facilitarlo). Además de esto, nos podemos anticipar y tener en cuenta dónde se va a colocar el siguiente gato y hogar cuando nos vamos a llevar un gato, porque si los caminos están construidos nos podemos llevar más de uno. Por otro lado, las cartas de gatos tienen diferentes puntuaciones, lo que también hay que tener en cuenta a la hora de la estrategia.
  • Memoria de trabajo (visual o verbal, dependiendo del tipo de estrategia para mantener la información “en línea”): para saber si la planificación de los movimientos que hacemos en cada turno nos va a llevar a conseguir nuestro objetivo, debemos mantener estos caminos que hemos modificado en nuestra mente en una memoria temporal para comprobar que el camino por los canalones efectivamente lleva al gato a una casa. La memoria de trabajo tiene varios componentes y en este juego, además de mantener la información durante un tiempo (si es verbal, por el bucle fonológico y si es visual en la agenda visoespacial), es importante manejarla o modificarla activamente (rotar las cartas o moverlas mentalmente).

 

El juego se puede simplificar o complicar modificando el “tablero” con más o menos cartas e incluso aumentando el número de movimientos en cada turno a tres (aumentando la complejidad en la planificación y en la memoria de trabajo).

Un aspecto que me gusta de este juego es que se puede jugar con niños de distintas edades sin que los mayores tengan una clara ventaja (aunque para ello a veces las normas pueden ser diferentes según la edad, como dejar mover las cartas para visualizar el camino o que tenga que ser mentalmente), además de que hay un factor azar que permite que jugadores más pequeños o con menos habilidades ganen puntos.

Otro punto a su favor es que la caja es muy pequeña (cuadrada, de menos de 10 cm de lado), con lo que se puede llevar fácilmente de viaje (aunque no es un juego para sacarlo en cualquier sitio, hace falta algo de espacio). 

 

Es un juego recomendado a partir de los 6 años en adelante (pueden jugar niños más pequeños si simplificamos el “tablero”), desde 1 a 4 jugadores (en realidad pueden jugar más personas, lo único que el tiempo aumenta hasta que te vuelve a tocar, lo que le resta dinamismo y justo esto es una de sus puntos fuertes -esto se puede compensar con un reloj de arena y cada turno dura un tiempo determinado que puede variar según la edad y pericia de los jugadores-). 

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Es un buen juego para jugar con personas mayores: las imágenes son dibujos, aunque no especialmente infantiles, con cartas relativamente grandes y buenos contrastes; no involucra la velocidad de procesamiento.

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