Cuando nos muestran imágenes de nuestro cerebro, además de los pliegues que le dan la característica forma de nuez, una de los primeros aspectos que primero se perciben es que está formado por dos partes, los hemisferios. Y popularmente se habla de hemisferios izquierdo y derecho como partes que funcionan de manera independiente, pero la realidad es muy diferente, ya que hay un puente que los conecta y permite que se comuniquen para un funcionamiento más global de lo que se piensa, compartiendo información y coordinando actividades. Este puente es el cuerpo calloso y está formado por una banda gruesa de fibras nerviosas (alrededor de 200 millones de axones). Para no faltar a la verdad, además de este puente Golden Gate, hay otras comisuras más pequeñas.
La información que comparten ambas partes es muy variada, incluyendo sensorial, motora y cognitiva, como la resolución de problemas, la atención, la memoria, el lenguaje, la lectura, etc.
El conocimiento inicial del cuerpo calloso proviene, sobre todo, de los experimentos con animales a los que se les cortaba el cuerpo calloso. Se les separaban ambos hemisferios y no se apreciaban cambios comportamentales posteriores a la cirugía (lo que hizo que incluso algunos científicos sugirieran jocosamente que la función de este conjunto de fibras era únicamente mantener ambas partes unidas para que no se cayeran ni movieran dentro del cráneo) . Estos resultados dieron lugar, poco tiempo después, a callosotomías humanas en pacientes con epilepsias severas e intratables. Primero fueron parciales, cortando solo parte del cuerpo calloso, pero no dieron lugar a los efectos deseados (aunque tampoco tuvieron consecuencias evidentes en la vida diaria); posteriormente las hicieron completas, incluyendo otras comisuras, y obtuvieron unos resultados muy buenos en el control de su enfermedad. Esto permitió que dos grandes científicos (Sperry y Gazzaniga) hicieran estudios que revelarían mucha información de las funciones de este puente de conexión entre ambos hemisferios.
Los experimentos más conocidos en estos pacientes son presentar una imagen a un ojo (por lo tanto, a un solo hemisferio) de un paciente con cerebro dividido y se le pedía que nombrara lo que veía. Si la imagen se mostraba al hemisferio izquierdo (responsable del lenguaje), el paciente podía nombrarla correctamente; pero si se mostraba al hemisferio derecho, el paciente no podía nombrarla o decían que no habían visto nada, aunque sí podían dibujarla o señalarla (e igualmente, cuando se les preguntaba qué habían dibujado decían nada, o algo sin sentido, como que una taza cuando era un tenedor). También se dieron otras situaciones curiosas que hacen plantearse preguntas sobre la conciencia: se le mostraba una imagen de una persona desnuda, la persona se sonrojaba ligeramente y sonreía o tenía una risa nerviosa, pero al preguntarle por su reacción indicaba que no era por nada o daba razones sin sentido.
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