PREDAL prevención de la dislexia

Programa de prevención de las dificultades de aprendizaje de la lectoescritura
PREDAL

Prevención de trastornos de aprendizaje de la lectura y la escritura

La adquisición de la lectura y la escritura (al igual que otras características físicas y cognitivas) es muy variable entre los diferentes niños, pues cada uno tiene su propio ritmo: hay niños que lo adquieren de manera más rápida y otros más lentamente, sin que esto sea indicativo de problemas; con una adecuada enseñanza y suficiente experiencia la mayoría llegarán a ser unos lectores competentes. Pero habrá un pequeño número de niños que progresen en estas habilidades mucho más despacio o no mejoren por una dificultad específica y es probable que presenten en el futuro dislexia. En estos casos, el tiempo (sin una intervención adeucada) únicamente aumenta la diferencia entre niños con y sin dificultades.

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    ¿Qué es PREDAL?

    PREDAL cada letra formada por otras palabras

    PREDAL es el acrónimo de PREVENCIÓN DE LAS DIFICULTADES DE APRENDIZAJE DE LA LECTOESCRITURA, es decir, es un programa para la prevención del trastorno específico de aprendizaje de la lectura y la escritura (también llamado dislexia) basado en evidencia científica con el objetivo de disminuir el riesgo de presentar en el futuro dislexia o, en los casos más severos, paliar su gravedad.

    ¿Se puede prevenir la dislexia? Importancia de la prevención

    Actualmente no hay una cura para la dislexia una vez se ha desarrollado, pero se pueden prevenir en el mejor de los casos o paliar, en el peor, las terribles consecuencias de estos trastornos, permitiendo una adecuada trayectoria escolar de estos niños por ser más leves las dificultades. La prevención es superior a la intervención cuando hay dificultades, por las siguientes razones:

      • Cuando comience la enseñanza de la lectura y la escritura, los requisitos necesarios tendrán un mejor desarrollo por lo que el lenguaje escrito se asentará sobre unas capacidades lingüísticas mejor consolidadas.
      • La plasticidad del cerebro para aprender y ser modificado es mayor cuanta menos edad tiene una persona.
      • Se consigue que, a pesar de la dificultad que pueda presentar, haya una menor desigualdad con el resto de niños de su clase, porque se estimulan capacidades que otros niños adquieren a esa edad (pero de manera más intuitiva, sin intervención, solo con la mera exposición al lenguaje y a los juegos infantiles). Cuando se “espera” a la intervención porque ya hay dificultades se multiplica la carga de trabajo de los niños (y su familia) porque tienen que ir alcanzando los objetivos curriculares que le corresponden por edad (en los que suelen mediar la lectura y la escritura) y además tiene que adquirir lo que otros niños ya han adquirido en años anteriores.
      • Saber que hay riesgo puede promover utilizar un método de enseñanza con el que se obtienen mejores resultados (no es un método especial para niños con dislexia, es igualmente útil para todos los niños, por lo que no hay que hacer diferencias ni estigmatizar), por lo que se ponen menor barreras.
      • La lectura y la escritura son habilidades instrumentales, es decir, son una herramienta para acceder a otras competencias. Por lo tanto, escolarmente las dificultades afectan a la adquisición de otras asignaturas (matemáticas, conocimiento del medio, etc.). Cuanto más se tarde se intervenga, mayores serán las lagunas.
      • No se expone de manera reiterada a experiencias negativas (muchos fallos y frustración con el lenguaje escrito), por lo que no se afecta la motivación para leer y escribir, no aumenta el rechazo hacia esta actividad (lo que hará que tenga muchos más acercamientos a la lectura y a la escritura y, con esta mayor exposición, tendrá un mayor entrenamiento que hará que, a su vez, disminuyan sus dificultades).
      • Las dificultades alteran otras áreas de la vida del niño (y de su familia), como la emocional y la social. Si se evitan o disminuyen las dificultades, se normalizará más la vida del niño.

    ¿A quién está destinado?

    Está destinado principalmente al alumnado prelector de 4 a 6 años en riesgo de presentar en el futuro dificultades específicas de aprendizaje del lenguaje escrito (ampliable a primer ciclo de Educación Primaria). A estas edades se produce un importante desarrollo de los principales precursores de la lectura y la escritura en la mayoría de los niños; por tanto, es el periodo para valorar si se producen retrasos o dificultades y para intervenir y evitar o disminuir la brecha entre unos y otros.

    ¿Quiénes son los niños en riesgo?

    La mayoría de los niños que desarrollan estos trastornos cumplen alguno de las siguientes condiciones: tienen antecedentes familiares de esta dificultades (es un trastorno altamente genético), presentan determinados retrasos del lenguaje (no influyen los problemas de articulación puros) o trastorno específico del lenguaje, antecedentes personales como prematuridad, bajo peso al nacer, sufrimiento fetal (bajas puntuaciones en el test de APGAR), algunos síndromes genéticos y congénitos, etc. También puede haber riesgo de retraso en su adquisición en niños con retraso mental o retraso madurativo, cuando se les enseña a la misma edad cronológica que la resto. Todas estas condiciones pueden hacer que aparezcan déficits en una serie de capacidades cognitivas relacionadas con el procesamiento fonológico, específicamente en:

      • Conciencia fonológica: es el conocimiento explícito de que el lenguaje está compuesto por unidades más pequeñas que se pueden manipular. Esta habilidad es necesaria para comprender y adquirir el principio alfabético (relación sistemática entre grafemas y fonemas, imprescindible para aprender a leer y a escribir). Parece ser uno de los déficits que causan los trastornos del lenguaje escrito. A los niños con riesgo les cuesta separar las sílabas y los fonemas de una palabra, quitar una sílaba, añadir un fonema, saber dónde acaban y terminan las palabras, etc.
      • Velocidad de denominación: esta capacidad se refiere a la velocidad de acceder al nombre de un estímulo visual, que es especialmente importante en la lectura (ya que esta requiere ver una letra o una palabra y acceder a su sonido). Parece que es el otro déficit que causa las dificultades en la lectura. Estos niños denominan de manera más lenta diferentes estímulos, como objetos, letras, números, colores, etc.
      • Memoria de trabajo verbal: es la capacidad para retener y manipular información verbal durante un periodo de tiempo. Generalmente los niños con riesgo tienen una menor capacidad de memoria a corto plazo, lo que se evidencia cuando se les da varios recados y olvidan algunos, preguntan varias veces qué tienen que hacer, etc.
      • Aprendizaje de las letras: les cuesta aprenderse la asociación entre los grafemas y los fonemas; igualmente, les cuesta automatizar este aprendizaje, es decir, acceder al sonido o a la grafía (en la lectura y la escritura, respectivamente) de manera rápida y automática.
      • Problemas de lenguaje: hay determinadas alteraciones que afectan al desarrollo de todas las capacidades anteriores (por ejemplo, el TEL, trastorno específico del lenguaje) y, por ende, se asocian a dislexia, en mayor medida si no se han superado en el momento de la enseñanza del lenguaje escrito. En contraste, los problemas en la pronunciación (las dislalias) no se relacionan con dislexia.

    El riesgo se puede valorar a partir de una evaluación neuropsicológica, donde se compara la ejecución de cada niño en las competencias anteriores con el nivel esperado para su edad.

    Este riesgo se establece en un momento determinado, pero no es un diagnóstico ni un pronóstico inmutable; aunque los antecedentes familiares y los genes no se pueden modificar, las habilidades cognitivas se pueden mejorar, disminuyendo el riesgo de presentar en el futuro dislexia.

    ¿En qué consiste la intervención?

    La intervención se centra en mejorar los precursores cognitivos que promueven un aprendizaje exitoso de la lectura y la escritura. Aunque estos precursores generalmente se desarrollan por la experiencia cotidiana, los niños que tienen dificultades necesitan una enseñanza explícita y sistemática de estas capacidades, aumentando su motivación por medio de actividades lúdicas en un ambiente de trabajo relajado.

    Las capacidades que se trabajan de manera específica son las siguientes:

      • Conciencia fonológica: la intervención sigue el orden de desarrollo normal de esta habilidad, que evoluciona de la conciencia léxica a la silábica y, por último, fonémica. Estas tareas consisten en distinguir y separar estas unidades (palabras, sílabas y fonemas), compararlas, añadirlas o quitarlas, sustituirlas, cambiar el orden, etc. Son tareas muy abstractas y difíciles para los niños con dificultades por lo que se ofrece apoyo visual y material manipulativo.
      • Aprendizaje de las letras: aunque generalmente el aprendizaje de las letras se centra en su nombre (a, be, ce, de, e, efe, etc.), el conocimiento realmente imprescindible para leer y escribir es su sonido; este programa se centra en enseñar este último (de hecho, el aprendizaje del nombre cuando hay un déficit en conciencia fonológica da lugar a errores en lectura y escritura). Debido a que la relación entre grafemas (letras escritas) y fonemas (sonido de las letras) es arbitrario, los niños con dificultades pueden tener problemas para memorizar esta relación arbitraria; por ello, se ofrecen claves para que esta asociación tenga algún sentido. Al igual que en la conciencia fonológica, se utiliza material manipulativo para facilitar estos aprendizajes abstractos y porque los métodos multisensoriales mejoran los aprendizajes.
      • Velocidad de denominación: de múltiples estímulos visuales pero, sobre todo, del sonido de las letras una vez se han aprendido para automatizarlas y, de esta manera, se dejan los recursos libres para los procesos más complejos que requiere la lectura y la escritura.
      • Memoria de trabajo verbal: se trabajar por medio de tareas específicas de memoria verbal, aunque también se desarrolla indirectamente gracias a las actividades de conciencia fonológica.
      • Discriminación de los sonidos similares del habla, dependiendo de las habilidades del niño.
      • Vocabulario: se trabaja de manera indirecta continuamente a través de todas las tareas y juegos que se realizan.

    Además de todas estas capacidades cognitivas lingüísticas, se trabaja concienzudamente para fomentar el gusto por la lectura y la escritura. Es muy importante que acumulen experiencias positivas con estas actividades para que aumente su motivación e interés por aprender; así, se aumenta el número de actividades de lectoescritura a las que se enfrenta el niño que, a su vez, mejora su ejecución en el lenguaje escrito. El círculo contrario también se puede producir y hay que evitarlo: si el niño tiene dificultades para leer y escribir, fracasará en este tipo de tareas y las evitará; al disminuir su experiencia con estas actividades, mejora menos y cada vez hay más diferencia entre lo que se espera y su ejecución real.

    ¿Cómo se realiza la intervención?

    Todos los casos son diferentes: varían en cuanto a la edad, las áreas en las que muestra dificultades, la gravedad de la dificultad en cada una de las capacidades, etc. Por tanto, el plan de trabajo es individualizado y parte de una primera valoración, que incluye una entrevista con los padres y una evaluación neuropsicológica de las capacidades relacionadas con la lectura y la escritura.

    De manera general, hay una parte de la intervención que se realiza con el profesional y otra con con sus padres. Es necesario tanto entrenamiento porque los niños en riesgo de desarrollar dislexia tienen dificultades para adquirir y automatizar estas capacidades previas y solo una intervención constante permite que vayan progresando. Las tareas con los padres, a su vez, incluyen juegos o fichas y actividades en la tablet u ordenador, con la metodología Glifing.

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