Evaluación TDAH en adultos

EVALUACIÓN DEL TDAH EN ADULTOS

La evaluación y diagnóstico del TDAH pueden realizarlo diferentes profesionales de la salud, aunque en adultos lo habitual es que sea por parte de un neurólogo, un psiquiatra o un neuropsicólogo.

El diagnóstico es clínico, es decir, se realiza en base a los síntomas que aparecen; aunque en la actualidad hay mucho conocimiento sobre las bases genéticas, neuroanatómicas y cognitivas del TDAH, no hay pruebas o marcadores específicos que establezcan de manera directa e inequívoca la presencia del trastorno. Esto no significa que no se deban hacer pruebas, sino únicamente que no nos darán una respuesta; estas sirven de apoyo para realizar el diagnóstico y, sobre todo, descartar que la sintomatología sea consecuencia de otras patologías o enfermedades que producen síntomas similares.

Dependiendo de la historia clínica, es posible que se soliciten diferentes pruebas, siendo recomendable un estudio neuropsicológico que ponga de relieve una disfunción ejecutiva, que son las funciones cognitivas nucleares que se encuentran alteradas en este trastorno. 

Las funciones ejecutivas son un conjunto heterogéneo de capacidades complejas y transversales que permiten regular nuestra actividad (cognitiva, conductual y emocional) para adaptarnos a las exigencias del entorno y conseguir objetivos

No hay un completo acuerdo sobre cuáles son exactamente las funciones ejecutivas (aunque se está trabajando en ello y ya hay algunos modelos) y muchas veces se utiliza como cajón de sastre; generalmente se consideran las siguientes (aunque no son las únicas): 

  • Atención sostenida: la atención es un proceso cognitivo muy amplio que permite poner el foco en unos determinados estímulos frente a otros y proporcionar recursos a los procesos cognitivos que se requieran. Hay diferentes tipos, siendo la atención sostenida la capacidad para mantener la concentración durante un largo periodo de tiempo a pesar de los distractores externos o internos y el aburrimiento o la fatiga.
  • Memoria de trabajo o span atencional: es la cantidad de información que podemos mantener temporalmente para trabajar con ella. Este sistema de almacenamiento y manejo de la información a su vez se divide en dos dependiendo de si mantiene y manipula material verbal o visual. 
  • Inhibición de respuesta: es la capacidad para controlar las respuestas más automáticas frente a otras para la consecución de un objetivo; puede ser a nivel conductual (como no dar una respuesta que sabemos si están preguntando a otra persona) o cognitivo (como mantener nuestra atención cuando alguien pasa por nuestro lado).
  • Flexibilidad cognitiva: permite cambiar el foco atencional o alternar conductas y pensamientos.
  • Velocidad de procesamiento: más que una capacidad o proceso, es una característica del sistema nervioso y hace referencia a la rapidez con la que se procesan los estímulos de manera automática.
  • Organización, planificación y uso de estrategias: las metas y objetivos que nos planteamos requieren establecer diferentes etapas ordenadas y con objetivos más pequeños o a corto plazo, buscar la manera de solventar cada una de ellas y considerar las diferentes consecuencias según las diferentes opciones (una especie de prueba mental antes de llevarla a cabo de verdad para anticipar necesidades, posibles resultados y consecuencias). 
  • Monitorización: es la habilidad para evaluar que se están siguiendo los planes establecidos y están dando los resultados esperados o, en caso contrario, detectarlo para que se pongan en marcha otras funciones y solventar los problemas.
  • Toma de decisiones cuando hay que elegir entre varias alternativas disponibles en las que hay que analizar la información y tener en cuenta los resultados y posibles consecuencias. 

Hay otras muchas funciones ejecutivas, también muy importantes, como el manejo y la estimación del tiempo (saber más o menos el tiempo que ha pasado desde un determinado momento, cuánto vamos a tardar en hacer una actividad, etc.), la memoria prospectiva (recordar hacer algo en el futuro), la ejecución dual (hacer dos cosas de diferentes características a la vez), el branching, mal llamado multitarea (hacer varias cosas alternando entre unas y otras), iniciar y finalizar las tareas, etc. 

 

En el TDAH se alteran algunas de estas funciones, lo que afecta a muchas esferas de la vida de las personas. Además, tanto en niños como en adultos, hay una elevada comorbilidad, es decir, junto al TDAH es habitual presentar otros trastornos (por ejemplo, de ansiedad, emocionales, abuso de sustancias, trastornos de la personalidad, etc.). Igualmente, se debe tener en cuenta que hay otras patologías o condiciones que pueden dar lugar a sintomatología similar al TDAH y se deben distinguir para dar un diagnóstico certero. Por tanto, se deben evaluar las funciones ejecutivas, pero también otras áreas para hacer el diagnóstico diferencial.

 

Aunque en la actualidad es habitual que el diagnóstico se produzca en niños o, en casos más leves, en adolescentes, generaciones anteriores no tenían tanta información o acceso al diagnóstico, por lo que hay muchos adultos con TDAH que están sin diagnosticar. La falta de diagnóstico es un problema que genera directa e indirectamente más sufrimiento (baja autoestima, sentimiento de culpabilidad, sensación de falta de control de la propia vida, etc.) y conlleva que no se busquen las soluciones adecuadas, manteniendo y produciendo más dificultades. Por poner solo unos ejemplos: 

  • El TDAH tiene un componente genético importante, por lo que hijos de personas con este trastorno tienen más probabilidades de presentarlo (aquí se juntan los genes y el ambiente). La educación de un niño con esta patología es más compleja que un niño sin dificultades y, en concreto, requiere un elevado desarrollo de las funciones ejecutivas (mayor paciencia, buena organización, estilo reflexivo, etc.), por lo que aumenta de manera exponencial la dificultad en la educación si el propio progenitor también tiene el trastorno. Relacionado con esto, hay que destacar que son muchos los casos que llegan a consulta para diagnóstico tras el diagnóstico de un hijo.
  • Muchos problemas de pareja en personas con TDAH tienen que ver con la impulsividad, la falta de planificación y desorganización, etc.
  • Otras patologías, como las adicciones o los problemas con la justicia tienen su inicio o su causa cognitiva en las dificultades ejecutivas. 

En estos y otros casos, el tratamiento directo de las dificultades que “dan la cara” supone solo un parche para las consecuencias colaterales de un TDAH de fondo que, de no ser diagnosticado, tampoco será tratado y sus consecuencias seguirán apareciendo de distintas formas en diferentes áreas de su vida. Si se quiere mejorar la calidad de vida de estas personas a más largo plazo, se requieren otros tipos de tratamiento específicos para el TDAH, tanto a nivel farmacológico como psicoeducativo, neuropsicológico y de enseñanza y entrenamiento de habilidades

 

 

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