Evaluación dislexia en adultos

Evaluación de la dislexia en adultos

La dislexia es una dificultad específica de aprendizaje en lectura y escritura que no se explica por una baja capacidad intelectual ni por otras dificultades (cognitivas, sensoriales, motoras, emocionales, socioeconómicas, etc.) y es para toda la vida, si bien la enseñanza, el tiempo y la intervención van modificando su curso y las exigencias hacen que las dificultades vayan cambiando a lo largo de los años. 

En la actualidad, se suele diagnosticar en la infancia y, en casos leves, en la adolescencia. Pero hace unos años, había niños que padecían este trastorno y, por diferentes motivos, pasaban de largo. Entre estos motivos podemos encontrar que había menos conocimiento por parte de padres y profesores, un acceso más difícil a evaluaciones psicopedagógicas o neuropsicológicas, en ocasiones había menos exigencias académicas (cultural o familiarmente), lo que hacía que las dificultades fueran menos evidentes, las dificultades se atribuían a otras causas (vaguería, mal estudiante, etc.)… Por tanto, hay adultos que padecen dislexia y no han sido diagnosticados.

La dislexia tiene una base genética que se manifiesta con alteraciones neuroanatómicas lo que, a su vez, da lugar a disfunciones cognitivas; en ocasiones, la causa puede estar asociada a daños perinatales. A pesar de todos los conocimientos científicos disponibles en la actualidad, el diagnóstico es clínico, es decir, no hay pruebas médicas que den directamente la respuesta, sino que el diagnóstico se basa en la historia clínica y en los resultados de una valoración de las funciones cognitivas, al descartar que las dificultades son por otras causas (otras funciones cognitivas, de enseñanza, sociales, emocionales, etc.) y el nivel lectoescritor está por debajo de lo esperado para su edad y su capacidad intelectual. 

Durante mucho tiempo, se han hecho esfuerzos en crear pruebas muy buenas para el diagnóstico de la dislexia en niños y adolescentes, pero hasta hace poco no había en español ninguna destinada a adultos; en la actualidad ya existe una prueba destinada a la valoración de la dislexia en adultos (que debe estar integrada en una evaluación neuropsicológica completa), por lo que el diagnóstico que se puede hacer es más válido y fiable

Los adultos que padecen dislexia presentan una lectura que puede ser más lenta y con más errores y pueden comprender peor lo que leen; en paralelo, su escritura también puede contener errores ortográficos o gramaticales, uso inadecuado de los signos de puntuación y falta de claridad u organización de los escritos. Pero también hay adultos que presentan estas dificultades sin padecer dislexia por otros motivos (que pueden ser muy variados, incluyendo una menor educación o falta de oportunidades, otros tipos de dificultades cognitivas como problemas de lenguaje o de las funciones ejecutivas, problemas sensoriales, etc.), por lo que una evaluación adecuada debe poder distinguir adecuadamente las diferentes problemáticas, permitiendo su diagnóstico diferencial. La base cognitiva de la dislexia, es decir, su causa cognitiva, es un déficit fonológico implicado en manipular, almacenar y recuperar la información fonológica, que es lo que permite establecer las correspondencias entre grafemas y fonemas en lectura y fonemas y grafemas en escritura, automatizar estas normas, utilizándolas de manera rápida y con pocos o sin recursos para dejar los recursos atencionales para capacidades superiores como la comprensión o la planificación de textos. Todo ello requiere el funcionamiento adecuado de las siguientes capacidades o procesos o se presentarán las dificultades encontradas en la dislexia:

  • Conciencia fonológica: capacidad para identificar, aislar y manipular el lenguaje oral en sus distintos niveles (palabra, sílaba, sonido).
  • Memoria de trabajo verbal: capacidad para almacenar y manipular una cantidad reducida de información verbal durante un corto periodo de tiempo.
  • Velocidad de acceso a la información fonológica: rapidez a la que se accede a las representaciones fonológicas almacenadas en la memoria a largo plazo. 

Por tanto, los adultos con dislexia, además de presentar una lectura y una escritura con dificultades en algunos de los distintos parámetros (velocidad, errores, falta de automatización, etc.), presentan alteración en estos procesos fonológicos (diferenciándolos de otras causas, donde la lectura y la escritura pueden estar por debajo de lo esperado pero estos procesos se han desarrollado adecuadamente, ya que no son procesos que requieran enseñanza, sino que son principalmente evolutivos).

Algunas personas también presentan otras alteraciones que deben ser valoradas (ya que la disfunción cerebral puede ser más amplia y generar otras dificultades o porque la propia dislexia ha limitado un mayor desarrollo de funciones por falta de entrenamiento o adquisición de conocimientos).

 

La importancia del diagnóstico en la edad adulta varía dependiendo del tipo de actividades que haga la persona. Por poner algunos ejemplos: 

  • En estudiantes (independientemente del nivel: graduado, F.P., universidad, oposiciones, etc.), un diagnóstico de dislexia puede permitir adaptaciones metodológicas que conlleven una evaluación más justa, al no considerar faltas de ortografía o proporcionar más tiempo en los exámenes (poco a poco van regulando con leyes los diferentes niveles, aunque depende de la comunidad autónoma).
  • Dependiendo del tipo de trabajo, saber que se tiene esta dificultad puede permitir desarrollar estrategias compensatorias en lugar de centrar los esfuerzos en otro tipo de estrategias (es más fácil aprender a usar un corrector ortográfico que aprender en poco tiempo todas las normas de ortografía arbitraria).
  • En padres con hijos pequeños, saber que se tiene dislexia proporciona información sobre un mayor riesgo genético o vulnerabilidad de los hijos para desarrollar dislexia y, por tanto, permite realizar intervenciones tempranas para reducir el riesgo o, en caso de que finalmente lo desarrolle, disminuir la gravedad de la dislexia, evitar las afectaciones emocionales que conllevan junto con el rechazo hacia la lectura y los aprendizajes (lo que tiene graves consecuencias a nivel académico, mucho más que la dislexia en sí misma). 
  • Cuando está asociada a otras dificultades cognitivas, hay que trabajar estas otras alteraciones o aprender estrategias.
  • Si ha causado problemas emocionales, conocer la causa para trabajar las atribuciones de las dificultades es imprescindible (por ejemplo, en el caso de fracaso y abandono escolar, es importante saber que la causa inicial no es “ser vago” o “ser tonto”, aunque a veces ha habido un menor esfuerzo a nivel académico por indefensión aprendida).

 

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