Mi hijo no aprende a leer, ¿es dislexia?

Pregunta de Patricia

Quitando algún dato personal y con permiso de Patricia, comparto su pregunta por si pudiera ser de ayuda para alguien más:

Buenos días,

Mi hijo tiene 7 años recién cumplidos en enero, está en 1° de primaria. El año pasado aprendió algunas letras pero no todas (los otros niños salieron leyendo a final de curso pero me dijeron que no me preocupara, que ya lo aprendería) y este año todavía no es capaz de leer. Me dicen en el colegio que es porque tiene dislexia.

¿Podría ser otra cosa? Es un niño muy inquieto, le cuesta mucho ponerse a hacer las cosas y siempre ha ido un poco más lento en todo (caminó un poco tarde, empezó a decir sus primeras palabras con año y medio/dos años y a juntar dos palabras con dos años y medio, tardamos mucho en quitarle el pañal, la pediatra siempre me decía que iba bien, pero lento, que no había que preocuparse porque cada niño tiene su ritmo). ¿Esto podría ser lo mismo?

Muchas gracias, espero que me pueda contestar.

La respuesta corta a la primera pregunta es que sí, pueden ser otras cosas (que a esta edad todavía no hablaríamos de dislexia, sino de riesgo de dislexia, pero para no alargar la explicación, lo abordo en otra entrada). 

Vamos a ver en primer lugar qué es la dislexia o trastorno específico del aprendizaje de la lectura y la escritura: es una dificultad para leer de manera precisa y/o fluida, comprender lo que se lee, escribir las palabras correctamente (es decir, que no haya omisiones, adiciones, sustituciones, inversiones de letras o, tras su enseñanza, adquieran las normas de ortografía reglada y arbitraria) y/o expresarse bien por escrito (en relación a la gramática, la puntuación o la organización de las ideas), significativamente por debajo de lo esperado para su edad, lo que afecta al rendimiento académico (y laboral en adultos) y no son consecuencia de discapacidad intelectual, déficits sensitivos, enseñanza inadecuada, otros trastornos mentales o neurológicos, etc., es decir, no puede haber ninguna otra explicación para que no aprenda a leer y a escribir. 

Estos serían un resumen de los criterios que debe cumplir para su diagnóstico, pero además en la actualidad se considera que la dislexia tiene unas causas cognitivas muy concretas: déficit fonológico (por anomalías en el desarrollo cerebral, si queremos acudir a las causas neurobiológicas que en ocasiones son consecuencia de determinados genes, si bajamos aún más en la explicación hasta la genética, aunque otras veces es por un desarrollo alterado a consecuencia de alteraciones perinatales). Este componente fonológico alterado se centra en tres funciones específicas: la conciencia fonológica, la memoria de trabajo verbal y el acceso fonológico.

Conciencia fonológica

Capacidad para identificar y manipular los sonidos del habla a diferentes niveles (por ejemplo, saber dónde empiezan y terminan las palabras, si un sonido va antes o después que otro, etc.).

Memoria de trabajo verbal

Capacidad para almacenar y manipular información fonológica (ya sea mantener una palabra que estamos escribiendo, mantener la información inicial de la frase para comprenderla cuando haya terminado de leerla, etc.).

Acceso fonológico

Capacidad para recuperar las representaciones fonológicas almacenadas a largo plazo a una velocidad adecuada (acceder rápidamente al sonido de cada una de las letras para decodificar de manera fluida una palabra o, cuando podemos leer globalmente una palabra porque la hemos leído muchas veces, poder acceder rápidamente a como suena).

No está claro si son capacidades completamente independientes o muy relacionadas unas con otras, pues aunque se suelen alterar conjuntamente, también hay casos en lo que se encuentran disociaciones. En cualquier caso, la alteración de alguno de estos componentes fonológicos afecta directamente al aprendizaje de la lectoescritura y, según el mayor o menor déficit de cada uno de ellos se presentarán unas u otras dificultades en lectura y escritura (siendo diferentes patrones de dislexia).

Por tanto, para considerar que una dificultad en el aprendizaje de la lectura y la escritura es dislexia o trastorno específico del aprendizaje de la lectura y la escritura hay que hacer una evaluación neuropsicológica (y a veces otros profesionales deben valorar otros aspectos que también influyen) que descarte que las dificultades son consecuencia de una enseñanza inadecuada (en cuanto a edad de aprendizaje, oportunidades y entrenamiento o tiempo de enseñanza/aprendizaje y método utilizado), que no hay déficits sensoriales que lo puedan explicar (principalmente visuales y auditivos), que la capacidad intelectual en el momento de la enseñanza sitúa al niño en una edad mental adecuada para poder aprenderlo y que ninguna otra función cognitiva general es la causa de dichas dificultades, como puede ser la atención sostenida (este aprendizaje requiere de grandes cantidades de recursos atencionales, inicialmente para la decodificación y, a medida que esta se va automatizando y libera estos recursos atencionales, para procesos superiores como son la comprensión lectora y la planificación de los escritos), las funciones ejecutivas (algunas funciones ejecutivas además de la atención sostenida, como puede ser la impulsividad/reflexividad, por ejemplo, para no inventar una palabra a partir de la lectura de las primeras letras), la visopercepción principalmente para la lectura (se deben discriminar adecuadamente las letras: aquellas que se parecen mucho -como la P y la R- y las que son iguales pero varía su orientación -como b/d- y, por el contrario, considerar las mismas letras aunque sufran pequeñas variaciones -con el cambio de tipografía o cuando escribimos a mano-, que no afectan otros estímulos en la percepción de las letras -por ejemplo, los renglones-, que se analiza bien el espacio, etc.) y la visoconstrucción para la escritura (la coordinación visomotora, la organización en el espacio para hacer cada letra en sí misma y cada letra en relación a las demás para formar una palabra), la memoria declarativa verbal y visual (al final es un aprendizaje más que debe almacenarse a largo plazo y poder recuperarse) y el lenguaje, en todos sus componentes (discriminar los sonidos del lenguaje, para que luego se puedan asociar de manera unívoca a cada letra, articular bien, tener un adecuado nivel de vocabulario y desarrollo morfosintáctico, tanto a nivel expresivo como comprensivo); la alteración de cualquiera de estos componentes puede producir una dificultad en el aprendizaje de la lectoescritura, pero no sería específico de este, sino una dificultad secundaria y además, se afectarían otras áreas. Pero además de hacer este diagnóstico diferencial, hay que confirmar que hay un déficit fonológico que es el causante de esa alteración inesperada y permanente en el aprendizaje; es decir, en las pruebas, debe puntuar por debajo de lo esperado para su edad en conciencia fonológica, memoria de trabajo verbal y/o velocidad de acceso a la información fonológica

Es decir, no todas las dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura son dislexia. Por tanto, no hay que utilizar un método confirmatorio de evaluación, es decir, cuando el motivo de consulta es que un niño lee mal, no solo se debe confirmar que realmente lee mal (aunque es necesario cuantificar que la lectura y la escritura está por debajo de lo esperado para su edad), también hay que descartar otras explicaciones, ya sea por medio de la evaluación de las diferentes capacidades (y con la colaboración de otros profesionales) como, en algunos casos, realizando una intervención (por ejemplo, si no está claro que haya habido una enseñanza adecuada, habrá que volver a enseñarle con un método adecuado y, dependiendo de la evolución y ritmo de aprendizaje, podremos establecer si esta era la causa) y una nueva evaluación o dando tiempo a que se produzca el aprendizaje si pudiera tratarse de un retraso simple (es decir, por diferencias individuales o por otras causas, como apneas del sueño, hipotiroidismo no tratado, etc., el ritmo al que evoluciona en ese aprendizaje es más lento, pero se produce).

Por tanto, y respondiendo también a la segunda pregunta, puede ser otra cosa y también podría ser un retraso simple. Pero eso solo se puede descubrir con una adecuada evaluación neuropsicológica y además, dependiendo de la causa, la intervención será de una u otra manera.

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